En el oscuro silencio aspiro,
vacilo en una pausa.
Y casi sin notarlo,
leves como faunos enamorados
los pensamientos,
agrios a fuer de tanta nostalgia,
se acurrucan anidándome en los ojos,
queriendo ser inadvertidos.
Desean no haber nacido
nuevamente.
Resuelvo la pausa y las volutas del humo
del cigarro,
al fluir desde mi,
dibujan tu rostro en el tenue resplandor
de un farol lejano.
Al segundo,
jugueteando con un dedo en la penumbra
y sin que me importe mucho,
sin consecuencias,
te desdibujo.
(algún momento del ’89)
